El Arquitecto López Guerra, a través de su firma LOGUER, formó un consorcio con la firma internacional de arquitectura JAHN, en Chicago, cuyo Presidente y Director de Diseño es el mexicano Francisco González-Pulido que colabora en estrecha relación con Helmut Jahn, discípulo y después socio de Charles F. Murphy.
Ambos son reconocidos a nivel mundial por sus diseños y amplia experiencia en edificios de grandes dimensiones y terminales de aeropuertos como el Suvarnabhumi International Airport de Bangkok en Tailandia inaugurado en el 2006, similar al de la Ciudad de México en dimensiones y características de subsuelo. Adicionalmente, se unió al equipo el joven y destacado Arquitecto Alonso de Garay con la firma ADG.
A este consorcio, se sumaron expertos consultores multinacionales como Werner Sobek de Alemania, WSP GROUP, POSTENSA y Grupo de Desarrollo Urbano de México, entre otros.
La propuesta para el NAICM de este equipo se generó a partir de tres conceptos principales:
1. Convertir la adversidad de un suelo inestable en una oportunidad constructiva.
2. Contar con un proyecto viable en términos urbanos, sustentables, económicos y de tiempos de construcción.
3. Diseñar un aeropuerto icono de México ante el mundo por la sencillez de su arquitectura, apropiada al lugar, lógica y estética.
El proyecto busca como premisa ser accesible, claro y dinámico. En su forma y materialidad se fusionan el pasado y futuro de nuestro país. La integridad de su imagen interna y externa está expresada desde la solidez, color y textura de sus basamentos que se funden con la tierra; hasta la levedad, fluidez y luminosidad de su cubierta que se une con el aire.
Terminales, pistas, ciudad aeroportuaria y entorno paisajístico son espacios que se complementan y se comunican entre sí. Sus partes se integran en un todo. Exterior e interior más allá de armonizarse, se fusionan en una sola experiencia que considera el bienestar y las prioridades del usuario como punto de partida.
Desde la base hasta la cubierta, la materialidad del proyecto surge de una necesidad constructiva: los basamentos de la terminal, salas y la satelital son pétreos. Los edificios se asientan en el terreno inalterado a través de una losa pos-tensada que elimina la necesidad de excavación y pilotes de gran profundidad.
El sistema constructivo permite una prefabricación de módulos en taller simultáneamente al proceso de cimentación, en una estrategia que abre distintos frentes de obra, logrando un proceso rápido, fácil, ligero y económico para inaugurar el aeropuerto en su primera etapa en el año 2018.
Lógicamente la eficiencia de la cimentación depende en gran medida de la optimización en el peso de la estructura que soporta. Para ello, se diseñó una estructura ligera y modular a partir de un bastidor de acero y forrado de un textil compuesto a base de fibra de vidrio recubierto con PTFE. Su sección constructiva se compone de dos capas del textil y una capa intermedia de policarbonato relleno de nano gel, dando la forma de un ‘paraguas’.
Este es un elemento prefabricado de gran ligereza y duración que será el instrumento para reducir el tiempo de construcción por ser la unidad básica a partir de la cual se generan todas las cubiertas del proyecto. Presenta además dos funciones sustentables primordiales:
1. Filtrar la luz al interior del recinto, reduciendo en un 90% la dependencia en luz artificial durante el día.
2. Colectar el agua pluvial para el uso interno de la terminal.
La gran cubierta escalonada define la imagen del proyecto desde el aire y desde de la tierra a diferencia de la mayoría de los aeropuertos actuales en donde las fachadas son horizontales y sin carácter.
Esta cubierta es también su fachada principal, evoca plataformas y escalonamientos de la arquitectura prehispánica. Desde el lado tierra se desprende angosta y de bajo perfil sobre la Plaza de Bienvenida, al tiempo que se extiende y se eleva profusamente alcanzando casi un kilómetro de longitud en su aproximación hacia el lado aire.
La terminal y la satelital con sus respectivas salas de abordaje siguen los mismos principios constructivos y de materialidad.
Se estima que en la fase de cimentación y estructura, el tiempo consolidado de obra sería no mayor a 17 meses, traduciéndose en un ahorro de hasta un 15% en el costo total del proyecto y permitiendo su operación en un plazo menor a 48 meses.
El edificio se caracteriza por una arquitectura clara, transparente y sobria no solo en el uso de sus materiales, sino en el diseño de todos sus sistemas, componentes, mobiliario y señalización.
En la Sala de Documentación, a lo largo del eje central del edifico en la dirección Este-Oeste; lado Aire y el lado Tierra están conectados por tres puentes que intersectan cuatro monumentotales espacios jardinados que además de potenciar la belleza de los espacios interiores, cumplen una función múltiple: purifican el aire y el agua, son una fuente de humidificación natural y sirven como espacios de remanso, contribuyendo a calmar la ansiedad de los pasajeros mientras acceden a los módulos de seguridad y control de pasaporte, acercándolos a la diversidad de la flora mexicana.
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